EL PALLETER DECLARANDO LA GUERRA A NAPOLEÓN 1884
El Palleter declarando la guerra a Napoleón óleo sobre lienzo 154 x 205 cm Valencia , Diputación de Valencia, en depósito en el Palau de la Generalitat |
Desde que se matriculara a los quince años de edad como alumno de la escuela de Bellas Artes de San Carlos en su Valencia natal, el joven Joaquín Sorolla siguió los mismos pasos que el resto de los condicíscipulos de su generación para procurarse un sólida formación que colmara sus aspiraciones de llegar a ser un día un gran pintor. Además de progresar en sus clases y viajar a Madrid para estudiar de primera mano las obras maestras de los grandes pintores del Museo del Prado, el objetivo prioritario para joven con anhelos de convertirse en un verdadero artista era marchar a Italia, experiencia imprescindible para conocer en profundidad la herencia del mundo antiguo, y sobre todo , estudiar la pintura de los grandes maestros del pasado.
Así, cuando el 11 de junio de 1884 la Diputación de Valencia publicó su convocatoria para conceder una pensión de pintura para estudiar en Roma , Sorolla se presentó junto a otros diez aspirantes decidido a conseguir el ansiado viaje que completaría su aprendizaje y enriquecería su personalidad como pintor. Al no tener todavía aprobada la asignatura de Teoría e Historia de las Bellas Artes, tuvo que ser previamente examinado de esta materia por el tribunal para admitir su solicitud.
Como era costumbre dentro de este tipo de concursos de naturaleza académica , la oposición consistía en tres ejercicios eliminatorios , todos ellos pintados al óleo y de la dificultad progresiva , exigiéndose en el primero de ellos el dominio del desnudo, a través de una Academia del natural . En el segundo ejercicio se valoraba la habilidad del alumno para la composición de un paisaje narrativo de argumento, en un pequeño boceto , denominado " prueba de tanteo ", que había de ejecutarse en un día . Su tema, en este caso religioso, habría de presentar a Isaac bendeciendo a Jacob y fue escogido a suerte entre otros doce entre el opositor más joven. Tan sólo resultaron aprobados en este segundo examen el propio Sorolla y Constantino Gómez Salvador ( 1864-1937 ) , luego pintor de cierto renombre. Ambos se enfrentaron al tercer y último ejercicio , consistente en pintar un gran cuadro histórico valenciano, que había de representar El Palleter declarando la guerra a Napoleón, escogido por sorteo, entre otros dos, también de argumento local.
Así, en esta oposición brindaba de nuevo la oportunidad a Sorolla para abordar un pasaje de la historia de España más contemporánea , concretamente de la Guerra de la Independencia, que había finalizado apenas setenta años antes , y a la que el joven pintor ya se había aproximado ese mismo año con su monumental cuadro Dos de mayo , premiado con la segunda medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes de Madrid , ilustrando entonces uno de los episodios madrileños más heroicos de esta contienda.
Le correspondía ahora recrear el paisaje más popular ocurrido en Valencia durante la guerra contra los franceses . Tras difundirse el 23 de mayo de 1808 en esa ciudad la noticia del cautiverio de la familia real y la instauración del nuevo gobierno intruso en Madrid , publicada en los periódicos y gacetas que se vendían en la placeta de les Panses , cercana al mercado . Vicente Domènech, un hombre " palleter " que se gana la vida vendiendo pajillas para encender la lumbre de los hogares, arengó a sus conciudadanos para alzarse contra el invasor al grito de " Viva Fernando VII y mueran los traidores " que daría comienzo a la sublevación del pueblo de Valencia contra las tropas napoleónicas.
Así Sorolla representó el valeroso Palleter lanzando desafiante su encendida proclama subido sobre una silla de enea y enarbolando su improvisado pendón hecho con un jirón de faja prendida a una caña, una estampa de la Virgen de los Desamparados y otra con un retrato legítimo rey Fernando. En su enfurecida rebelión, arruga en su otra mano un pliegue de papel timbrado del gobierno intruso para mostrar su desacato ante un multitudinario tumulto de gentes que acuden al mercado, arremolinadas en las escalinatas del edificio gótico de la Lonja de la Seda , identificable por el escudo de su esquina que asoma por el borde superior del cuadro-Todos ellos se agitan gritando encendidos por la arenga del Palleter contra el invasor distinguiéndose entre la muchedumbre a un monje con sus hijos, huérfanos , mercaderes y valencianos de toda condición , asomando en el extremo izquierdo los toldos de un puesto de mercado.
El cuadro, de composición y alcance bien distinto al Dos de mayo , muestra sin embargo como aquél los mismos patrones utilizados por Sorolla para ambas escenas históricas, género que tan sólo asomará en este momento de la producción juvenil del artista y siempre vinculado a concursos públicos. Así , el gusto por abarrotar la escena de figuras en movimiento, con el deseo juvenil de demostrar sus capacidades en el manejo de grandes masas de personajes , habituales en este tipo de grandes máquinas históricas , la insistencia en la expresión extrema del dramatismo de sus actitudes y cierto confusionismo en el amontonamiento de los personajes distribuidos por todo el espacio de la escalinata no enturbían, sin embargo los logros de esta espectacular composición, en muchos aspectos superior al monumental lienzo del artista premiado en Madrid , ese mismo año.
En este lienzo queda claramente de manifiesto la habilidad de Sorolla para esculpir cada una de las figuras con un dibujo apurado y extremados contraluces de calidades especialmente atractivas en personajes como el huertano y el clérigo situados de espaldas al espectador al pie de la escalera. Igualmente , el joven artista
demuestra ya su capacidad de observación de los distintos tipos en su gesticulación, así como la situación de cada uno de ellos en el espacio, perfectamente distinguibles en su individualidad a pesar del tupido entramado del gentío que jalea al valiente Palleter. Pero , sobre todo, la aportación fundamental que, Sorolla hace al género histórico en estas obras juveniles es la ambientación de la escena en un espacio al aire libre ; novedad que ya había introducido en su gran lienzo madrileño y que aquí resulta especialmente atractiva en el manejo de la intensa luz del sol valenciano que ensombrece las profundidades del fondo de las gradas y destaca con un vibrante juego de luces y sombras los personajes del primer término, sugiriendo con gran audacia el espacio del mercado en que tiene lugar el episodio asomando tan sólo los toldos del puesto de la izquierda , en marcado contraluz . Junto a ello, Sorolla juega con la definición de los diferentes planos de la composición , dejando apenas esbozados algunos rostros diseminados entre la muchedumbre, mientras concreta con toda precisión las figuras que marcan las diferentes referencias espaciales , como la mujer con una cesta que lleva a su hijo en brazos situada en el extremo derecho del primer término de una monumentalidad rotunda, o el huèrfano de al lado contrario que extiende su brazo mientras responde al grito del Palleter.
Mercedes Tamara
16 -mayo-2013
Bibliografía : Sorolla, Begoña Torres González , Edic Libsa
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